lunes, 4 de enero de 2021

Carta al mundo eterno

 Porque me leerás en la mañana, y yo recordaré:

https://youtu.be/wneh3m88xkM

 Esa vez que pensé en decirte que miraras por tu ventana, cuando el Sol se estaba callendo y te llamé, te llamé fuerte para decirte que todo esto se estaba acabando, que los planetas eran viejas luciérnagas marchitas, que te dejé llorando, y me deje sólo, siendo niña-siendo niño.

Cómo yo comencé a contar cuentos, para ocultar una parte, como yo comencé a contar cuentos y vivir los símbolos como si todo se tratara de darle sentido, a este momento, siempre.

Yo quizás no quería conocer, todo lo que iba, sucediendo, pero inventé algo, entre nosotros, los abismos más grandes, cuando se conocen.

Un abismo mira a otro abismo:

Amor, quisiera recordarte lo que alguna vez te escribí, en mis cartas, en tus cartas. Alguna vez fui joven, y no cualquier joven; al parecer aquel joven tenía unos sueños inalcanzables, intente seguirle, pero de alguna manera iba creciendo más rápido que yo, me sentí triste. Aquello no duró mucho tiempo, amor, te amaba en tu necesidad de soportar al mundo entero, o a aquello que simplemente nunca pudiste cargar. La necesidad de ser transparente, de alejarte, de ser ave, de ser inalcanzable abismo o un tubo transparente desde donde mirabas a la ciudad desnuda. 

Te dejé, como fui dejando todas mis costumbres envejecidas, te dejé, ya tanto tiempo te fui dejando.

Dejando las costumbres que me hacían no amarte, una cura para mí mismo.

A pesar de la dificultad de nuestro encuentro, a medida que envejeciamos, y yo te había perdido el rastro, a medida que iba pasando el tiempo, y te encontraba en otros ojos o en una voz demasiado vieja para el traje con el que venías puesto. E intenté hacerte entrar en razón, pero pensabas que no me recordabas. 

Fueron pasando los días/años/siglos , y como en aquel libro, lleno de acertijos, me acordé de la última nota de bolsillo:

Me hice tan pequeño a tu lado, volví a mirarte.

En la plaza más verde de la ciudad, te Vi de espaldas y recobre la fuerza para tomarte de la mano y hablarte.

Este rey niño tomaba tantas formas, a veces era el invierno, no necesito ser orador, mucho menos políglota, o escritos de libros gruesos. Deliro demasiado porque el amor me ha comido el corazón, deliro demasiado porque mi cuerpo se consume, mis manos, mis cenizas, mi piel de hielo molido. 

Te mire los dientes, los ojos, el cuello, el estómago. Te necesite presente para decirte que ya era diferente. 

Yo no canto, yo no soy mariposa.

Yo soy ambos, soy ambos, y me arranco la voz como fierro oxidado, tengo los huesos entumecidos de lagartos enamorados, y la piel coartada de elixir, verdad casi mujer, casi hermitaño de sus pasiones.

Volviendo a mi carta al mundo eterno dónde nos encontramos mil veces con los pedazos olvidados de nosotros mismos:


Vuelo de amor, ella y el en un verso 

Enamorada de su verdad, empedernida 

Yo te quería desnuda en tu flor ambigua 

En el universo siempre fueron ellos dos juntos 

Ella era el círculo que devoraba las estrellas 

El era el quórum definitivo del fuego sobrenatural

Aquel que había robado, el silencio 

Del que no quería hablar más 

Sobre cómo lo hacía, como 

Déjenlo en paz 

Alguna vez en cada vida, el silencio 

Déjenlo en paz 


Yo que creo en la rueda infinita de la vida. Me atrevo a declararme amante de las estrellas. Yo que busco dónde sé que existen ambos, me atrevo a hablarle de frente, a él y a ella. Yo que me escondo, y me silencio, y me convierto. Con el fin de ser yo mismo. 

Camino de fuego 

Teoría del Hermafrodito, huevo orfico, alquimia incandescente.  La naturaleza que no tiene referentes.